Nuestra capacidad de aprender no tiene fronteras, de eso se han encargado 7.000.000 de años y 350.000 generaciones de formación cerebral; y es que, necesitamos reivindicar la niñez y la adolescencia como etapas cruciales en el desarrollo de una persona. Pero, ¿les damos el valor que tienen?, ¿facilitamos las formas más sanas de aprendizaje?, ¿vemos las oportunidades de estas etapas por encima de sus dificultades?, seamos coherentes con nuestra evolución. Tomemos un poco de perspectiva.