Gran parte del sufrimiento psíquico que padecen muchas de las personas que atendemos en consulta parte de asumir e interiorizar de forma equivocada una máxima relacionada con lo que nos identificamos como personas. Y es que desde hace siglos, sobre todo después del famoso "pienso, luego existo", nos han educado para identificarnos, como seres humanos que somos, con nuestros contenidos mentales, con nuestros pensamientos y nuestros sentimientos y, a verlos como una prueba de verdad, como una forma de autenticidad de lo que somos. Creer que somos lo que pensamos y sentimos es un error reduccionista que equivale a pensar que una casa es el sofá de su casa...nos identificamos con algo más pequeño que uno mismo/a y creemos que somos eso. Y es que, aunque el sofá forme parte de mi casa nunca podrá ser ella, me puedo mudar y llevarme el sofá, pero el sofá seguirá sin ser mi casa aunque pertenezca a ella...esta equivocación es una trampa mental.
La intensidad y la frecuencia de nuestra respiración y el nivel de ansiedad que sentimos, están íntimamente relacionados. Cuando existe un peligro aumentamos el ritmo respiratorio de forma inconsciente, para aumentar el aporte de oxígeno a los músculos y estar preparados para luchar o huir de una forma más efectiva. Es decir, una respiración rápida y superficial genera una sensación de peligro y agitación, seamos conscientes o no de la amenaza que exista, a veces a nuestra propia autoestima, que conlleva una situación determinada (una reunión de trabajo, una mañana entera de gestiones, encontrar aparcamiento cuando tengo prisa, etc.).
El psicólogo Walter Riso define el apego en su libro Desapegarse sin anestesia , como "un vínculo obsesivo con un objeto, idea o persona que se fundamenta en cuatro creencias falsas: que es permanente, que te va a hacer feliz, que te va a dar seguridad total y que dará sentido a tu vida. Cuando tienes un vínculo de este tipo no estás preparado para la pérdida y no aceptas el desprendimiento."
Estas son algunas perlas de sabiduría que nos muestra un modelo y un referente de nuestra sociedad del siglo XXI, el actor Will Smith.
El concepto de Flow o Fluidez lo acuñó Mihalyi Csikzentmihalyi, psicólogo y sociólogo croata, después de numerosas investigaciones sobre la felicidad. Este autor, definió el concepto de Flow como un estado en el que la persona se encuentra completamente absorta en una actividad para su propio placer y disfrute, durante la cual el tiempo vuela y las acciones, pensamientos y movimientos se suceden unos a otros sin pausa. Todo el ser está envuelto en esta actividad, y la persona utiliza sus destrezas y habilidades llevándolas hasta el extremo. En definitiva, una persona está en flow cuando se encuentra completamente absorta en una actividad durante la cual pierde la noción del tiempo y experimenta una enorme satisfacción.
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