"El valor de una mujer se mide por su apariencia", "para estar guapa hay que sufrir", son dos mandatos de género que tienden a generar, en las mujeres, una gran insatisfacción con la imagen de sí misma, lo que disminuye su autoconcepto, su sensación de valía. Estas sentencias indican que las mujeres tienen que trabajar su imagen para dar placer a las otras personas y obtener su aprobación, para poder así sentirse satisfechas consigo mismas. La creencia que, una mujer es atractiva mientras sea joven, alta, delgada, con prominentes pechos y caderas estrechas, empuja a las mujeres a esforzarse para alcanzar el ideal de la mujer físicamente "perfecta", un ideal inalcanzable impuesto socialmente porque se basa en una visión distorsionada del cuerpo de una mujer "sana". Siguiendo los cánones de belleza actuales, las mujeres se miran a sí mismas comparándose con imágenes de modelos maquilladas, retocadas, operadas y estáticas que nada tienen que ver con la realidad. El sentimiento de incomodidad, de disminución y la pérdida de autoestima serán un hecho en el caso de "creer" en estas falsas premisas.
Hay más en el atractivo sexual que tener las medidas justas. Yo no necesito una habitación para demostrar mi feminidad. Puedo transmitir mi atractivo sexual en igual medida, recogiendo manzanas de un árbol o de pie bajo la lluvia. Audrey Hepburn.
Jesús Mendieta Martínez
Lectura recomendada: "Amar nuestro cuerpo", de Rita Freedman. Ed. Paidós.
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