Aunque muchas veces pensemos que lo que sentimos está relacionado de forma directa con las situaciones que vivimos, en realidad, la mayoría de las veces
nuestras emociones dependen de lo que pensamos sobre esas situaciones, de cómo las interpretamos; si bien es cierto que, en bastantes ocasiones, no somos capaces de encontrar
esos pensamientos porque tienden a ser automáticos y actuar a un nivel de conciencia que bordea la frontera entre el consciente
y el inconsciente.
Que esas formas de pensar sean automáticas significa que han sido aprendidas durante el desarrollo vital y forman parte de nuestra programación mental. Es decir, ya no se necesita realizar un esfuerzo consciente para provocar esos pensamientos sino que aparecen solos, por tanto, los podemos considerar erróneamente como "verdaderos" y creerlos sin más. Algunas de esas formas aprendidas de pensar son irracionales, provocan emociones tóxicas, bloqueo mental, pérdida de autoestima y sufrimiento ("todo lo hago mal", "los demás son más fuertes que yo", "debería haberlo hecho mejor...").
Existen algunas formas de pensar que previenen la aparición de esa toxicidad mental y emocional. Son hábitos cognitivos que centran nuestro pensamiento para que se muestren lógicos y constructivos. Por tanto, las emociones que los acompañan serán moderadas y de fiar, genuinas.
HÁBITOS DE HIGIENE MENTAL
- No te compares con los demás: Aunque a veces nos haga sentir mejor, compararte con los demás es como jugar a la ruleta rusa, nunca sabes cuando perderás y tu autoestima se resentirá.
- Aleja los deberías, no te exijas, pídete las cosas con respeto: Cuando te dices que deberías hacer algo estás invocando a la culpa. Ese sentimiento hace muy incómodo el comenzar una actividad ya que no la hago porque realmente quiera sino porque debería y puedo llegar a postergarla. En vez de "debería hacer eso" digamos "voy a hacerlo" o "quiero hacerlo".
- Valora tu esfuerzo y no los resultados: El perfeccionismo mal entendido nos anima a ser perfectos y considerarnos malos o incapaces si no lo somos. Es decir, te estrellas contra una pared. Si te esfuerzas, tarde o temprano las cosas saldrán como esperas o mejor.
- No generalizar (todo, siempre, nunca…): Generalizar es la mejor forma de bloquearse, de sentir frustración e impotencia.
- No utilizar condicionales, ni interpretar “si….entonces”,
¿qué pasaría si...?: Pensar así provoca pánico y rabia.
- No te juzgues, cambia el verbo ser por el verbo comportarse: en vez de “yo soy…” decir “hasta ahora me he comportado…”: Cuando te dices que eres....., estás comunicando a tu inconsciente que eres así y que no puedes cambiar.
Lo primero que hay que hacer es observar qué hábitos tóxicos utilizo, para ello hay que prestar atención a lo que pienso, sobretodo cuando me siento emocionalmente comprometido. Lo segundo es tomar distancia de ellos cuando aparezcan, considerarlos como parte de una programación y no como propios. Poco a poco lograrás que esa manera saludable de pensar se convierta en un hábitos saludable. Los hábitos de higiene mental son una de las bases del pensamiento constructivo y para las emociones es poesía.
Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado de nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos. Buda.
Jesús Mendieta Martínez
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