Se considera que una autoaceptación sana es una señal de una autoestima fuerte y sólida. La capacidad para aceptar nuestros errores no tiene que ver con resignarse y no hacer nada por mejorar. Ahora bien, no es lo mismo hacer algo que no nos gusta o no queremos y, sentirnos culpables por esa conducta, que sentir vergüenza como ser humano por emitir esa misma conducta. Las consecuencias van a ser muy diferentes.
Existen tres diferencias importantes entre la autoaceptación sana y la patológica:
- En primer lugar, en la autoaceptación sana se acepta el hecho de que se tiene algunos defectos específicos, si bien rechaza la idea de que usted carece global y totalmente de cualidades. Supongamos que piensa: «Soy un ser humano deficiente». Este pensamiento negativo es condenatorio y poco humanitario. No deja espacio al crecimiento.
Si utiliza la paradoja de la aceptación, su pensamiento positivo podría ser el siguiente: «Soy un ser humano que tiene muchos defectos y muchas carencias. Lo acepto». Este pensamiento positivo es absolutamente honesto y coloca las cosas en una perspectiva más realista y humana. Está aceptando muchos defectos puntuales, pero no un gran defecto único y global.
- La segunda diferencia consiste en que en la autoaceptación patológica usted considera que sus defectos son inaceptables y merecedores de repulsa. No existe esperanza, perdón o espacio para poder crecer. En la autoaceptación sana, por el contrario, reconoce que tiene muchos defectos pero rechaza considerarse un caso perdido y conserva el espíritu de respeto hacia su persona. Afirma que es normal tener defectos. Forma parte de la naturaleza humana. Puede enfrentarse, protestar y deprimirse, o aceptar su condición humana y alegrarse de ello.
- La tercera diferencia entre la autoaceptación sana e insana tiene que ver con el cambio. La autoaceptación sana conduce, a menudo, a un crecimiento personal. Las personas que se sienten despreciables y han perdido toda esperanza, a menudo se abandonan del todo. Malgastan toda su energía sintiéndose incompetentes y criticándose a sí mismos pero nunca se produce un cambio. Es como aquella persona crónicamente obesa que siempre hace dieta, ¡pero que nunca pierde peso! Por lo contrario, si acepta sus carencias sin merma de su autoestima, tendrá más energía y estará más motivado para cambiar.
A veces no es fácil cambiar ciertos hábitos aprendidos o copiados de otras personas; esto no quiere decir que no sea posible. Requiere un cambio de actitud y determinación a la hora de comunicarse con uno mismo/a. Requiere tomar las riendas de nuestro pensamientos y no creer necesariamente lo primero que se nos pasa por la cabeza.
No podemos cambiar nada hasta que lo aceptamos. La condena no libera, oprime. Carl G. Jung
Texto central adaptado de :
- Burns, D.D. Autoestima en 10 días. Ed.Paidós
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Jesús Mendieta Martínez
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