Culturalmente, mediante el rito de las flores y/o el pensamiento, el día 1 de Noviembre recordamos a las personas que hemos querido y que han fallecido, honramos su memoria y los acercamos a nuestro corazón porque, aunque a veces duela, para mucha gente, la familia y el sentido que tienen las relaciones cercanas es un valor esencial de sus vidas. Honrar y recordar a los antepasados y a los amigos ayuda más al bienestar personal que el simple hecho de evitar el dolor que produce la pérdida y el recuerdo. Es una forma de traer a la memoria lo que la persona fallecida aportó y llenó en nuestras vidas, lo cual hace aflorar el agradecimiento, que es una emoción positiva.
Ciertos rituales ayudan a sobrellevar el dolor, sobre todo cuando el luto es reciente, favorecen la elaboración del duelo y la superación de la pérdida. Mediante el duelo podemos asumir la pérdida de la relación que teníamos y elaborar los sentímientos negativos y la sensación de vacío que dejó su marcha. Es un proceso que no consiste en olvidar a la persona difunta, sino en modificar la relación que teníamos con ella y en mantener ese vínculo vivo.
El duelo permite aceptar emocionalmente una pérdida y consiste en ir afrontando las emociones intensas y los sentimientos dolorosos que nos produce pensar en la persona fallecida, hasta que lo negativo se elabora y los sentimientos positivos prevalecen al recordarla.
El día 1 de Noviembre, Día de Todos los Santos, y el día 2, Día de los Difuntos, forman parte de una tradición religiosa. La noche de Todos los Santos escenifica la entrada de las ánimas al purgatorio, el día 1 la resurrección y la alegría del paraíso que espera a los cristianos. El día 2 de Noviembre, muy arraigado en la cultura mediterránea, es un día para prestar atención a la muerte y a los difuntos.
Halloween significa "All hallow's eve", es una palabra que proviene del inglés antiguo, y que significa "Víspera de todos los santos", ya que se refiere a la noche del 31 de octubre. Esta fecha empezó a ser celebrada por los celtas, los antiguos pobladores de Europa Oriental, Occidental y en parte de Asia Menor.
Los druidas eran sacerdotes paganos adoradores de los árboles, especialmente del roble. Ellos creían en la inmortalidad del alma, la cual decían se introducía en otro individuo al abandonar el cuerpo. Cada el 31 de octubre volvía a su antiguo hogar a pedir comida a sus moradores, quienes estaban obligados a hacer provisión para ella.
La llegada del cristianismo, junto con la coincidencia de fechas hizo que ambas celebraciones se confundieran, ya que en su momento, no todo el mundo se convirtió. Inmigrantes irlandeses lo introdujeron en Estados Unidos y es parte de su folklore. En la celebración, se añadieron elementos de otros grupos de inmigrantes como la creencia en brujas, fantasmas, duendes, vampiros, monstruos... En la actualidad esta celebración se ha extendido a casi el resto del mundo impulsada por una potente mercadotecnia.
El tema de la muerte es un tema tabú en nuestra sociedad, lo que no ayuda precisamente a superar un miedo tan arraigado en el ser humano. Por una parte, esta fiesta, ayuda a desdramatizar la
muerte, a hablar de ella y por otro lado, podemos disfrutar y acostumbrarnos a sentir algo de miedo en un entorno seguro y controlado, lo cual no es peligroso ya que no es una situación de
peligro real. Consiste, principalmente, en estar reunidos y divertirse, contar viejas historias, asustar y asustarse con cuentos terroríficos, comer dulces y disfrutar de la adrenalina que
produce sentir un "rato de miedo" dejándonos llevar por el llamado miedo paranormal, en el que se asume la creencia de que existen seres y fenómenos sobrenaturales que nos acechan. Esta
forma de "vivir" el terror ayuda a los niños/as a mejorar la capacidad de afrontamiento y elaborar adecuadamente esta emoción en su
desarrollo emocional y vital.
Y es que sentimos miedo cuando percibimos una amenaza o consideramos una situación como peligrosa para nuestra integridad física o psicológica. El miedo es un acompañante del estrés, junto con la ansiedad y la ira, y es considerado adaptativo cuando el afrontamiento de la amenaza es proporcional y adecuado. Si el estrés es intenso, conducirá a cuatro posibles respuestas: lucha, huída, bloqueo o sumisión. Una situación de miedo permanente, puede desembocar además, en un apego ansioso y en la aparición de los prejuicios, conductas que son sumamente desadaptativas e irracionales.
Un tipo muy negativo y pernicioso de miedo aparece cuando al temor lo acompaña un sentimiento de indefensión, por no saber de dónde procede la amenaza o no poder identificarla claramente, para después afrontar el peligro y mitigar el miedo; es el llamado "miedo líquido". Como el miedo es un poderoso reforzador de la conducta, se ha utilizado y se utiliza como una forma de manipular individual y colectivamente a la sociedad.
Actualmente este tipo de miedo indefinido, difuso y constante, es utilizado como un arma y como un negocio e inducido por algunos gobiernos, corporaciones, grupos de presión y por algunas personas, que pretenden lucrarse y sacar beneficio con el negocio del miedo, proponiéndose además, en muchos casos, como salvadores de una situación que ellos mismos han creado de manera real o ficticia (epidemias, conflictos, guerras, fin del mundo...). Pero bueno, este es un tema para otra ocasión y que se sale de la festividad que nos ocupa.
Mientras tanto, nos despedimos con una historia espeluznante:
¡Feliz Halloween!
Jesús Mendieta Martínez
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