¿Qué son las emociones?

El término emoción se refiere al sentimiento y pensamientos, estados biológicos, psicológicos y el tipo de tendencias a la acción que lo caracterizan.

 

Existen centenares de emociones y muchísimas más mezclas, variaciones, mutaciones y matices diferentes entre todas ellas. (Existen más sutilezas en la emoción que palabras para describirlas). Cada emoción nos predispone de un modo diferente a la acción. 

 

 

 

Con muy pocas excepciones, no podemos decidir cuándo estar furiosos/as, tristes, etc.

 

El modelo cognitivo de las emociones considera éstas como el resultado de una interpretación de sucesos. Esta interpretación, a menudo, se produce mediante un proceso inconsciente.

 

Las emociones son, en esencia, impulsos que nos llevan a actuar. Son indispensables para la toma racional de decisiones, porque nos orientan en la dirección adecuada para sacar el mejor provecho a las posibilidades que nos ofrece la fría lógica.

 

La función de las emociones es generar pensamientos y acciones que satisfagan nuestras necesidades.

 

¿Cómo me predisponen biológicamente las emociones?

Alegría: Es la emoción que fomenta la creatividad. Se produce un aumento en la actividad de un centro cerebral que se encarga de inhibir los sentimientos negativos y de aquietar la preocupación. Sensación de tranquilidad, que hace que el cuerpo se recupere más rápidamente de la excitación provocada por las emociones perturbadoras. Esta condición proporciona al cuerpo un reposo, un entusiasmo y una disponibilidad para afrontar cualquier tarea que se esté llevando a cabo y fomentar también, de este modo, la consecución de una amplia variedad de objetivos. Aumento del canal de energía disponible para la consecución de objetivos.

 

Podemos englobar aquí emociones como felicidad, tranquilidad, bienestar, placer, emoción, triunfo, entusiasmo, alivio, satisfacción, esperanza, agradecimiento, orgullo...

Amor: Los sentimientos de ternura y la satisfacción sexual activan el sistema nervioso parasimpático, ligado a la respuesta de relajación. Engloba un amplio conjunto de reacciones que implican a todo el cuerpo y que dan lugar a un estado de calma y satisfacción que favorece la convivencia y la “comunión” con otros seres.

 

Podemos englobar aquí emociones como aceptación, ternura, amabilidad, confianza, enamoramiento, atracción, afecto, compasión, simpatía, deseo...

Sorpresa: Aumenta el campo visual (arqueamiento de cejas), lo que permite que penetre más luz en la retina, lo cual nos proporciona más información sobre el acontecimiento inesperado, facilitando así el descubrimiento de lo que realmente ocurre y permitiendo elaborar, en consecuencia, el plan de acción más adecuado.

 

Podemos englobar aquí emociones como sobresalto, asombro, desconcierto, admiración...

Ira: Aumenta el flujo sanguíneo a las manos, haciendo más fácil empuñar un arma o golpear a un enemigo; también aumenta el ritmo cardíaco y la tasa de hormonas que, como la adrenalina, generan la cantidad de energía necesaria para acometer acciones vigorosas. El enojo nos sirve, pues, para darnos cuenta cuándo nuestros derechos están siendo vulnerados.

 

Podemos englobar aquí emociones como rabia, indignación, hostilidad, irritación, odio, envidia, frustración, enfado, rencor, celos...

Tristeza: La principal función de la tristeza consiste en ayudarnos a asimilar una pérdida . La tristeza provoca la disminución de la energía y el entusiasmo por las actividades vitales (cuanto más profunda y cercana a la depresión, más se enlentece el metabolismo corporal). Este encierro introspectivo nos brinda así la oportunidad de llorar una pérdida o una esperanza frustrada, sopesar sus consecuencias y planificar, cuando la energía retorna, un nuevo comienzo.

 

Podemos englobar aquí emociones como melancolía, autocompasión, desánimo, pesar, decepción, sufrimiento, añoranza, aislamiento, derrota, desamparo...

Miedo: La sangre se retira del rostro (lo que explica la palidez y la sensación de “quedarse frío”) y fluye a la musculatura esquelética larga –como las piernas, por ejemplo- favoreciendo así la huida. Al mismo tiempo, el cuerpo parece paralizarse momentáneamente, aumenta la secreción de hormonas que predisponen a la alerta y  la atención se fija en la amenaza. Esta emoción nos sirve para darnos cuenta de que existe un peligro y así poder afrontarlo o esquivarlo.

 

Podemos englobar aquí emociones como ansiedad, preocupación, temor, incertidumbre, nerviosismo, tensión, susto, inseguridad...

Aversión: Expresión facial que transmite el mensaje de que algo es nauseabundo para nosotros/as. Las fosas nasales y la boca se cierran y la cara se retira para impedir que lo malo o lo que nos desagrada entre en nosotros/as.

 

Podemos englobar aquí emociones como desprecio, asco, antipatía, rechazo, amargura, desagrado, resentimiento...

Vergüenza: Nos ayuda a darnos cuenta de las cosas que tenemos que mejorar y nos predispone a reparar el daño

 

Podemos englobar aquí emociones como remordimiento, humillación, turbación, inseguridad, desazón, culpa, bochorno...

Emociones positivas y salud

 

Tras décadas de estudios, existen pruebas claras que demuestran que las emociones positivas predicen el estado de salud y la longevidad de las personas. Aquellas personas que experimentan más emociones positivas tienen mejores hábitos de salud, una menor tensión arterial y un sistema inmunológico más fuerte que las que experimentan menos emociones de este tipo.

 

 

Algunas formas inadecuadas para tratar con tus emociones

 

  • Rumiar mi estado emocional: Darle vueltas a como me siento.
  • Creer que siempre tengo que saber claramente cómo me siento y  que siempre tengo que entenderlo.
  • Pensar que no debería tener algunos sentimientos que tengo.
  • Preocuparme por volverme loco/a si tengo ciertos sentimientos.
  • Creer que es necesario ser racional y lógico/a en todas las ocasiones.
  • Creer que las emociones intensas permanecen mucho tiempo.
  • Focalizarme en exceso en las propias emociones o en las sensaciones físicas.
  • Pensar que el resto de la gente siente de otra forma.
  • No poder expresar los sentimientos abiertamente.
  • Suponer que no tengo que tener emociones contradictorias.
  • Asumir que siempre tengo que poder controlar mis emociones.

 

Las emociones no responden bien al control directo, sino que se alimentan de esa atención que les damos al intentar evitarlas. Aceptar una emoción negativa no significa tener que quererla y resignarse, sino darse cuenta de que la mejor manera de afrontarla es entender qué nos quiere decir y con qué necesidad nos conecta (de supervivencia, de interdependencia, de autonomía, de celebración de la vida, de integridad o de orden espiritual). En ese momento entendemos la utilidad de las emociones negativas. La conducta viene determinada por nuestra emoción sí, pero podemos utilizar esa relación de una manera inteligente y valiosa.

 

 

Bibliografía

  • ¿Cómo aumentar las emociones positivas y afrontar las negativas? Carmen y Juana María Maganto Mateo. Editorial Pirámide.
  • Técnicas de autocontrol emocional. M.Davis, M.McKay, E.R.Eshelman. Ediciones Martínez Roca.
  • Inteligencia emocional. Daniel Goleman. Editorial Kairós.
  • Comunicación no violenta. Un lenguaje de vida. Marshall B. Rosenberg. Gran Aldea Editores.
  • Emociones: Una guía interna. Leslie Greenberg. Desclée de Brouwer.

 

Irene Mollá y Jesús Mendieta


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